martes, 7 de agosto de 2012

JESUS MARIA ZAMORA



Pintor y paisajista boyacense (Mira flores, 1875 - Bogotá, junio 17 de 1949). Hijo de campesinos, Jesús María Zamora recibió sus primeras lecciones de arte de un restaurador viajero que ocasionalmente pasaba por el pueblo. En 1890 viajó a Bogotá, fue discípulo de Eugenio Montoya y del padre Santiago Páramo en su taller y más tarde ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, donde fue alumno de Luis de Llanos y Andrés de Santa María. Fue dibujante de la primera comisión de límites entre Colombia y Venezuela (1891). En 1900 viajó a Europa, donde estudió las obras de los grandes maestros. En sus años de estudio, restauró obras de arte y pintó retratos como medio de subsistencia. Hizo paisajes al óleo y algunas pinturas históricas, entre ellas, Los patriotas en los Llanos (1910) [ver tomo l, p. 284] y Los lanceros del Pantano de Vargas (1919), en las que llama la atención su afán narrativo y la abundancia de detalles de las escenas. Recibió una mención en la exposición de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá en 1899, una medalla de oro en la Exposición del Centenario de 1910, y en 1938, la Cruz de Boyacá por el conjunto de su obra pictórica. En 1945 reunió un gran número de pinturas, en una memorable exposición en el Museo Nacional de Bogotá. En 1949 se realizó una exposición póstuma como homenaje al pintor. Zamora perteneció a esa última generación de artistas para la cual la idea de lo que es bello es bello y punto. Pintó un mundo no contaminado, la naturaleza respetada (si no intacta), la paz, la luz, el campo, las flores, los ríos, el silencio sólo roto por el murmullo de las hojas de los árboles. Las suyas son pinturas que atrapan la luz. El color es el instrumento a través del cual logra inmortalizar la luminosidad característica del paisaje, al amanecer, al atardecer, en la Sabana de Bogotá, en las montañas andinas, en los valles y riberas de nuestros ríos (Orinoco, Magdalena y Cauca), o en los llanos extensos. Son especialmente característicós sus cielos, donde a través del color, Zamora distingue y recrea sensaciones diversas como el olor del aire, su transparencia, o la humedad del ambiente.

PRINCIPALES OBRAS


PASEO DE LOS LLANOS 1819
  Óleo de Jesús María Zamora, 1910.

                                                                   145 x 200 cm.


                           


                             BELEN


Oleo sobre lienzo
170 x 140 cm

PAISAJE 1
Oleo sobre lienzo
34 x 58 cm


                         PAISAJE 2
   
                                   
                                                                                       Oleo sobre lienzo
                                         34 x 58 cm

 RIO

Oleo sobre lienzo
74 x 122 cm





PINTORES BOYACENSES

JOSE ORLANDO LOPEZ

José Orlando López Molina nació en Tibasosa (Boyacá-Colombia) En el año 1959, realizo estudios de arquitectura en la universidad Piloto y estudio publicidad en la Universidad Central de Bogotá.
Los campos de Boyacá, tan ricos en los matices del verde, son demasiado atractivos para quien tiene la suerte de pintarlos, porque ese color no es precisamente de lo mas agradecido pero si imprescindible – y como no!- para el paisajista. Por otra parte, Boyacá es tierra fácil al sentimiento ruralista y tradicional propio de sus hijos. De ahí que, boyacense y paisajista, José Orlando López se entrega a las tentaciones de lo rural y lo verde que en esa fértil tierra suelen ir unidos a un concepto pintoresco de la figuración, que es lo que el cultiva convencionalmente. No puede caber duda, pues, en hablar de naturalismo decimonónico cuando se trata de determinar en que terreno estético se sitúa el pintor, al que cualquier inquietud  que tenga que ver con las cuestiones planteadas por el arte del siglo XX le es ajena. A cambio, las verdes praderas donde las vacas pastan, las evocadoras casas de hacienda y las masas de pinos y eucaliptos le ofrecen un temario atrayente y sedante que el sabe aprovechar sin cambiar un ápice de lo que se ve y sabe reproducir en el lienzo con paciencia y honradez.
No cree ni en la vanguardia ni en la critica. Su arte no es mas que la crónica de los paisajes de sus pueblos que respiran vida en el marco que limita sus sueños, pero que lo hacen un hombre feliz, que sufre, sin embargo, con la angustia de cada día, aunque crece en la sabana infinita que lo abriga desde la distancia bella de sus recuerdos.


ACUARELAS



                       OLEOS